Suerte: Viven para contar lo que les sucedió, aunque su existencia cambió para siempre. Los heridos suman miles en una década.
Personas que sufren amputaciones, lesiones cerebrales o arrastran durante mucho tiempo las consecuencias de accidentes viales son los dramas que se esconden detrás de las estadísticas, aunque el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) cubra la curación de las víctimas hasta un límite de 3.600 dólares.
La responsable de autorizar la cobertura del SOAT en el Complejo Hospitalario de Miraflores, Hilda Martínez Caero, informó de dos casos dramáticos.
El 18 de marzo pasado, Yonny C. B. viajaba de Oruro a La Paz cuando, a la altura de Ventilla, el bus se volcó.
Nacido en la provincia Omasuyos el 3 de abril de 1989, el joven quedó atrapado entre los fierros retorcidos del motorizado, pero pudo ser rescatado y trasladado al Hospital General.
Los médicos lograron estabilizarlo, pero las lesiones de su brazo izquierdo eran de tal gravedad que, para salvarle la vida, debieron amputárselo. No le quedó ni siquiera un muñón.
El costo de la atención ascendió a 22.199 bolivianos. La víctima volvió a su comunidad, donde trata de realizar labores de agricultura.
En ese mismo medio de transporte interdepartamental se encontraba Hilda A. B, de 36 años y madre de familia, a quien los fierros le abrieron una profunda herida en el brazo izquierdo y, al igual que en el anterior caso, los facultativos debieron practicarle una amputación.
La mujer, nacida en Achacachi el 19 de abril de 1974, regresó a su pueblo natal y cría a sus hijos.
El pasado martes 22, Ignacio G. (42) conducía un bus de flota El Alteño procedente de Oruro con 17 personas a bordo. Al llegar a una intersección en la avenida 6 de Marzo no advirtió un semáforo en luz roja y no se detuvo.
Por la vía perpendicular avanzaba un camión Volvo. Ambos vehículos chocaron y el chofer sufrió un severo traumatismo encéfalo craneal (TEC) y una hemorragia interna en el abdomen.
Fue operado de emergencia, consumió hasta cuatro unidades de sangre, permaneció en terapia intensiva más de una semana y se recupera lentamente.
“No me acuerdo lo que pasó ese día. Ahora quisiera ir a Oruro, donde vivo con mi familia, pero los médicos me dicen que debo esperar porque me tienen que seguir controlando. Me da mucha pena lo que ha sucedido, y ahora estoy esperando curarme para ver qué haré. Quiero seguir manejando”.
Los médicos dicen que hay que esperar, pues sería prematuro determinar si arrastrará alguna secuela.
Otra es la situación de una mujer aún no identificada, de 35 años aproximadamente, que fue atropellada el jueves 24 por un bus en la carretera internacional que une La Paz con Desaguadero y Perú.
La víctima sigue internada en el hospital Sagrado Corazón de Jesús de El Alto y, aunque ya no está en terapia intensiva, por alguna razón que la ciencia no puede explicar, no se comunica con las personas que le prestan cuidados pese a que ha recuperado la conciencia.
Tampoco sus familiares pasaron por el nosocomio, por lo que los médicos, toda vez que el responsable huyó sin dejar rastro, y las trabajadoras sociales gestionan que el Fondo de Indemnizaciones del SOAT cubra los costos de su recuperación, pero éste tiene un límite.
Según Los Tiempos, Johnny A. Y. (8), Brayan N. N. (8) y Daniel C. C. (2) son tres de los 18 niños que viajaban en el bus de Trans Uncía y se aferran a la vida.
Johnny tiene el rostro hinchado, apenas abre los ojos y a cada momento llama a sus padres, fallecidos en el siniestro. Y si bien hace unos días lo visitó su hermana mayor, la joven no volvió a ser vista en el hospital tras recibir una larga lista de medicamentos.
Johnny tiene una fractura expuesta de maxilar inferior, lo operaron para minimizar el coágulo de sangre que se formó en su cerebro y tiene fracturado el brazo derecho además de otros huesos de su pequeño cuerpo.
Brayan también está en terapia intensiva, nadie lo ha reclamado y aún no ha sido identificado.
La situación de Daniel es igualmente delicada, aunque en menor proporción.
Ejecutan suspensiones y ordenan pagar a los empleados
El Viceministerio de Transportes hizo conocer ayer las resoluciones administrativas que disponen la suspensión de toda operación a escala nacional de las empresas Trans Uncía y El Dorado por 30 días a causa de dos accidentes registrados recientemente.
El director nacional de Transporte Terrestre, Emilio Rodas, informó que a través de tales disposiciones, los ejecutivos de esas flotas deben “implementar mecanismos de control y seguridad interna que eviten, en el futuro, prestar un servicio que ponga en riesgo a la comunidad”.
Los mencionados documentos instruyen a los ejecutivos de ambas líneas sindicales pagar regularmente sueldos a sus trabajadores en cumplimiento del Decreto Supremo 420.
Sin embargo, los trabajadores de El Dorado no ocultaron ayer su inquietud en Cochabamba ante el temor de no percibir sus ingresos durante el mes de julio, durante el que correrá la inhabilitación, por lo que estudian la posibilidad de efectuar movilizaciones contra la disposición gubernamental. Esta compañía cuenta con unos 600 operarios en todo el país.
Trans Uncía paralizó sus operaciones el pasado domingo 27, cuando una de sus unidades se precipitó al río Choyuma en el tramo Cochabamba-Llallagua, en tanto que la segunda sancionada siguió sus actividades regulares hasta la madrugada de ayer.
Los ejecutivos de El Dorado protestaron ayer porque la suspensión les fue aplicada sin la realización de un proceso previo.
Cinco muertos cada siete días
Los accidentes de tránsito causaron un promedio de cinco muertes cada semana en todo el territorio nacional, según un informe del Viceministerio de Defensa de Derechos del Consumidor.
Basadas en los reportes del Organismo Operativo de Tránsito y notas de prensa, las autoridades de esa dependencia del Ministerio de Justicia informaron que en los seis primeros meses del año, 136 personas perdieron la vida en hechos de esta naturaleza, lo que arroja un promedio de 22 fallecidos al mes.
El Viceministerio llegó a la conclusión de que los accidentes son consecuencia de errores humanos, como cansancio, ebriedad y mal comportamiento del transportista; exceso de velocidad, imprudencia, mal estacionamiento, fallas mecánicas y, en menor grado, negligencia de los operadores, escasa e inadecuada señalización e inestabilidad del suelo.
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