“El dueño del camión y yo hicimos todo para enganchar la caja. Los frenos se rompieron, nos fuimos a estrellar a la peña y nos botó al precipicio. Después no me acuerdo nada más”.
Así relató César Huanca Castro —el chofer del camión Volvo que el martes protagonizó el accidente más trágico en Bolivia— lo que ocurrió durante los últimos segundos de vida de casi medio centenar de personas, incluso de quien le ayudó con la caja, el propietario Alfredo Gutiérrez, quien falleció.
Este medio ingresó ayer a la declaración informativa a la que Huanca— de 38 años de edad, nacido en Tupiza y chofer con 18 años de experiencia— fue sometido por el fiscal Daniel Ticona y el policía investigador, el teniente Rusbert Lacoa.
Postrado en la cama número 5 de traumatología del hospital Daniel Bracamonte, muy decaído, con mucho dolor por las fracturas que tiene en las piernas, paraba constantemente su relato para pedir un poco de agua.
Comentó que partió a las 8.00 de la mañana del mercado Chuquimia, ubicado en la zona de la terminal de buses. Cuando inició su viaje rumbo a Maragua habían 50 personas en el camión y estaba acompañado por el propietario del vehículo Alfredo Gutiérrez y la esposa, que actualmente está internada con diagnóstico reservado.
Huanca dijo que por el tamaño y peso del vehículo, la máxima velocidad que puede imprimir es de 90 kilómetros por hora. “Desde que salimos hasta antes de la bajada de Yocalla, estábamos con esa velocidad”.
Así relató César Huanca Castro —el chofer del camión Volvo que el martes protagonizó el accidente más trágico en Bolivia— lo que ocurrió durante los últimos segundos de vida de casi medio centenar de personas, incluso de quien le ayudó con la caja, el propietario Alfredo Gutiérrez, quien falleció.
Este medio ingresó ayer a la declaración informativa a la que Huanca— de 38 años de edad, nacido en Tupiza y chofer con 18 años de experiencia— fue sometido por el fiscal Daniel Ticona y el policía investigador, el teniente Rusbert Lacoa.
Postrado en la cama número 5 de traumatología del hospital Daniel Bracamonte, muy decaído, con mucho dolor por las fracturas que tiene en las piernas, paraba constantemente su relato para pedir un poco de agua.
Comentó que partió a las 8.00 de la mañana del mercado Chuquimia, ubicado en la zona de la terminal de buses. Cuando inició su viaje rumbo a Maragua habían 50 personas en el camión y estaba acompañado por el propietario del vehículo Alfredo Gutiérrez y la esposa, que actualmente está internada con diagnóstico reservado.
Huanca dijo que por el tamaño y peso del vehículo, la máxima velocidad que puede imprimir es de 90 kilómetros por hora. “Desde que salimos hasta antes de la bajada de Yocalla, estábamos con esa velocidad”.
Cuando llegamos a la zona de Tres Cruces, bajamos a unos 30 a 40 kilómetros por hora. “No estábamos bajando fuerte, en caja tercera, y a esa velocidad estábamos dando la vuelta de la curva. En ese momento nos dimos cuenta de que los frenos no funcionaban, no había frenos”.
“En ese instante, ambos enganchamos a otra caja y su señora nos ayudó, pero el carro estaba embalado, se bloqueó el volante y no podíamos maniobrar la dirección. Las cuatro llantas no respondieron, intentamos frenar, pero nada lo pudo evitar”.
Huanca junto a Alfredo y su esposa se dieron cuenta de que los frenos no respondían a 100 metros del lugar del accidente. “En ese momento, el carro iba ya entre 60 y 80 kilómetros por hora. El dueño me ayudaba a dirigir el volante, pero no podíamos y queríamos llegar hasta la peña y chocamos con la peña, pero nos botó al precipicio y después ya no me acuerdo de nada más”.
Gutiérrez, quien quiso ayudar a Huanca a evitar la tragedia, perdió la vida. Su esposa e hija están muy delicadas en el hospital.
“El carro estaba embalado, se bloqueó el volante, no podíamos maniobrar la dirección”,
dijo el chofer al Ministerio Público.
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