“Esta avenida es tan peligrosa que todos los días salgo de casa al trabajo persignándome”, expresa Miguel Rocha, vecino de la provincia de Quillacollo. Y es que en el último mes se registraron 12 accidentes graves, con un saldo de 2 muertos y aproximadamente 10 heridos entre atropellos, caídas de motocicleta, colisión entre vehículos, y daños a la propiedad pública y privada, según las estadísticas de la división de Tránsito de Cochabamba. A este número se suma un 30% de casos que no se llegan a reportar.
El 80% de los accidentes es atribuido a conductores en estado de ebriedad, el restante 20%, a la imprudencia y la falta de educación vial de peatones; la mitad de éstos transita en estado de ebriedad, según informó el subdirector de Tránsito Óscar Ayala.
En un recorrido realizado por OPINIÓN en los 13 kilómetros de la avenida se pudo evidenciar la falta de información, locales de expendio de bebidas alcohólicas a lo largo de la vía, falta de señalización, deficiencias de pasarelas y vías especiales para motociclistas, que son factores que inciden en la inseguridad de los transeúntes y conductores.
La falta de educación o aplicación de las campañas de educación vial es la madre de todos los factores que llevan a la inseguridad. Los peatones no utilizan las pasarelas, atraviesan la avenida por zonas no permitidas; cuando utilizan el transporte público exigen a los choferes parar en el acto provocando que el conductor realice maniobras arriesgadas. Los conductores imprimen velocidades que superan los 80 y 100 kilómetros por hora, no reducen la velocidad en rotondas según lo recomendado, que es de 25. Y en los semáforos el color amarillo, se ha traducido en “acelere a mayor velocidad”.
Sólo un 10% de las personas utiliza el cinturón de seguridad y un porcentaje no determinado, incluso quita el cinturón del vehículo considerándolo una molestia.
Existe al menos una decena de locales que funcionan en plena carretera. Entre los kilómetros 4 y 5 se concentra el mayor número de locales donde las personas en estado de ebriedad atraviesan la avenida sin ninguna precaución; las pasarelas más próximas están a 200 metros, y los peatones por comodidad prefieren exponerse pasando por la avenida.
Según Trujillo, los vehículos de transporte pesado, servicio público, y particulares ha rebasado la capacidad de la avenida. A esto se suman las malas condiciones y la falta de mantenimiento de la carretera, existen tramos, principalmente en rotondas, donde la capa asfáltica deteriorada formó una especie de canales y hoyos que los vehículos deben esquivar, con maniobras que no son advertidas por vehículos que imprimen alta velocidad.
En los últimos dos años, los transportistas federados de Quillacollo protagonizaron siete bloqueos exigiendo a la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) el mantenimiento de esta vía principal. A partir de un último acuerdo sellado entre ambas partes en el mes de septiembre pasado, la ABC se comprometió al mantenimiento periódico (la renovación total de la carpeta asfáltica), para lo cual viene elaborando el proyecto a diseño final. Mientras tanto realiza el denominado mantenimiento rutinario que consiste en hacer pequeñas refacciones en los tramos más críticos.
En la rotonda de la avenida Beijing, los días que se instala la autoventa se genera un congestionamiento que se extiende por más de un kilómetro.
Perros muertos y derrames de volquetas son un peligro
El relato de Carmen Zeballos, vecina de Colcapirhua, evidencia una de las deficiencias en el cuidado y prevención de accidentes. “Una noche, a la altura del kilómetro 12, conducía por el carril izquierdo y por la poca visibilidad fui sorprendida por un enorme perro atropellado a tan sólo dos metros. Estaba con mis dos hijos, tuve que invadir velozmente el carril de lado arriesgándome a ser arrastrada por otros vehículos, felizmente éstos todavía estaban lejos”, cuenta.
La presencia de perros atropellados es un problema de todos los días, sólo los familiares que reconocen a sus mascotas los retiran, pero el resto es pisoteado hasta perderse en el asfalto.
La señora Carmen señala que en este sector no había iluminación, y que en muchas ocasiones vio accidentes a causa de esta situación, “realmente me llevé un susto, desde entonces prefiero ir por la avenida capitán Ustáriz”, confiesa.
Una situación similar se puede advertir cuando rocas, escombros y otros materiales caen de las volquetas que transportan esta carga sin ninguna protección o malla que evite la caída de estos materiales.
No existe ninguna instancia, ni municipal ni departamental, que se responsabilice de la limpieza, el control o regulación para el traslado de este tipo de materiales, que es bastante común en la avenida, y tiene consecuencias.
Señalización, campañas de educación y sanciones son ignoradas por la población
Prácticamente, todos los letreros de señalización en la avenida Blanco Galindo reflejan la poca importancia que le da la población y las autoridades a estos instrumentos de prevención de accidentes.
Los letreros están completamente rayoneados con pintura de aerosol, o cubiertos por afiches, arbustos y árboles que impiden totalmente la visibilidad de los letreros; y en algunos casos fueron tumbados por algún accidente de tránsito, sin que se los haya repuesto hasta ahora.
El responsable del Departamento de Señalización y Semaforización del municipio de Cercado, Carlos Alcón, informó que esta semana se considerará el mantenimiento.
En caso de que los accidentes fueran reportados, los efectivos policiales de Tránsito son los encargados de detener los vehículos hasta que el conductor repare el daño. “Se emite una boleta para que el conductor haga el pago respectivo, ya sea en Tráfico y Vialidad de la Alcaldía; o en Elfec y Comteco, en el caso de postes”, explica el subdirector de Tránsito Óscar Ayala.
Pero existe otra dificultad mayor. Aunque el trayecto se encuentre debidamente señalizado, la saturación de letreros, gigantografías y anuncios de todo tipo instalados a ambos lados e incluso en la jardinera central de la Blanco Galindo provocan un ruido visual que dificulta la panorámica del conductor respecto de las señales de tránsito.
La jefe del departamento de Control de recaudaciones María Estela Candia informó que no existe una reglamentación a nivel departamental que regule la instalación de letreros.
“En el caso de Cercado, cada comuna es la que determina y autoriza el lugar dónde serán instalados los letreros”, dijo Candia.
La comuna Molle es la responsable del primer tramo de la carretera; la Alcaldía de Colcapirhua, desde el kilómetro 5; y la de Quillacollo, desde el 10.
Las mallas de seguridad en todo el trayecto no cumplen su función, ya que en diferentes sectores se puede observar que vecinos o trabajadores rompieron la división de seguridad para el paso a su domicilio o a su fuente de trabajo. Por otro lado, ello también implica, además del daño a la propiedad pública, el mal uso de las pasarelas.
Según un informe en Tránsito, cada Alcaldía en su jurisdicción debe velar por el mantenimiento de las mallas y el uso de pasarelas.
Aunque las campañas de educación o batidas no rinden ningún efecto, el subdirector de Tránsito Óscar Ayala señala que la Policía continúa con esta actividad ya que han agotado todas las medidas a su alcance.
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