“Mi amor, quédate nomás, no voy a necesitar que cobres porque estoy llevando a una delegación, volveré rápido”, le había dicho Miguel Aliaga a su esposa María, el chofer de autobús que se accidentó el jueves pasado en la vía a Yungas y que cobró la vida de 18 personas.
Don Miguel a sus 25 años de edad, esa mañana le había pedido a su compañera que se quede en Chicaloma, actitud poco usual en su rutina de transportista, pues ella, era la “cobradora de pasajes”.
La pareja del conductor de la flota accidentada no se había hecho ningún problema por esta repentina decisión, es más, ella iba aprovechar para atender los asuntos de su familia y otras tareas pendientes.
Aquella frase que salió de los labios del conductor, cuando se despidió de su familia en Chicaloma y se dirigió a la fatalidad, fue recordada este sábado, durante el entierro de las 18 víctimas del accidente de tránsito.
Miguel Aliaga en su intento de ceder el paso a un taxi, provocó el deslizamiento del ómnibus a 200 metros de un precipicio, a 60 kilómetros de La Paz, en la carretera que conecta a la Sede de Gobierno con Chulumani, provincia Sud Yungas.
Tristeza incontenible
Chicaloma vivió hoy su jornada más triste. En medio de la congoja y el pesar, centenares de personas se dieron cita al cementerio local, para dar el último adiós a las víctimas del fatal accidente.
Los familiares y amigos de : Miguel Aliaga (25), Cruz Aliaga Benique (24), conductor de relevo, Rubén Pérez Pérez (52), David Monroy (17), Reynaldo Lima (28), Edmundo Jáuregui (16), Mellycela Vargas (17), Gregorio Apaza (24), Paulino Gutiérrez (35), Felipe Cala Nina (42), Simón Tarqui Callizaya, Susana Jáuregui (16), Honorio Callizaya (45), Eloy Justo Chava (38), Guillermo Yujra Ticona, Alvino Valeriano (62), José Chávez (22) y Juan Pari Bautista (30) acudieron a la ceremonia religiosa y posterior sepelio.
Algunas amistades de los difuntos recordaron la personalidad de los fallecidos y las circunstancias del suceso.
También reconstruyeron historias de algunos de ellos, pocas horas antes de la tragedia.
Don Rubén Pérez Pérez (52) era propietario de otro vehículo de transporte interdepartamental. El aciago jueves fue en busca de su amigo Miguel Aliaga (el chofer del bus accidentado) para pedirle el favor de trasladarlo a La Paz, “aprovechando la salida).
El profesor Juan Pari Bautista (30), tomó el infortunado vehículo para dirigirse a la Sede de Gobierno, con el objetivo de cobrar su sueldo de mayo. “Quiero aprovechar ese viaje de los jóvenes, volveré el viernes en la noche”, había manifestado.
Los hermanos Edmundo Jáuregui y Susana Jáuregui, ambos de 16 años, tenían temple de deportistas. Ellos jamás se separaron y frecuentemente cumplían actividades juntos. No cesan las lágrimas de su madre, porque perdió a sus dos únicos hijos.
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