Yana Rumi, un pueblo del Valle Alto, se sumió ayer en la pena y la tristeza. Una brisa helada pegada en sus calles; un grupo de niños huérfanos en una esquina; un pendón oscuro en el cerro y los gemidos sobrecogedores de las lloronas, ataviadas de mantos negros, fue lo que quedó luego de que el camión del lugar se embarrancara en el último tramo hacia el lejano paraje, dejando a seis muertos y 14 heridos.
Yana Rumi es un pequeño poblado ubicado en las alturas de K’uchu Muela, a 72 kilómetros de la ciudad, en el municipio Gualberto Villarroel.
El sol ya no alumbraba el martes pasado, cuando una intensa lluvia caía sobre el pueblo, y el camión Toyota, fabricado hace varias décadas (placa 118-BZP) y conducido por Plácido Vásquez (27), quien cobrara 3,50 bolivianos por pasajero, subía por el empinado camino hacia Yana Rumi, pero cuando estaba entre las comunidades de Viscachani y Herrera Cancha, después de una maniobra para esquivar el precipicio, se salió del empedrado y se precipitó a una profundidad de 48 metros, según informó el comandante provincial de Punata, Pedro Vargas.
En ese instante comenzó la pesadilla de los casi 50 pasajeros que iban a bordo del camión. Unos salieron expulsados de la descolorida carrocería de madera, que al rozar con las rocas del barranco se partió como leña seca. Otros quedaron aplastados entre los fierros del motorizado y la carga, muchos trasladaban lo que no pudieron vender en la gran de Feria de Punata, el martes; y otros volvían con provisiones para la Semana Santa. Cuando el camión llegó al fondo del precipicio, había alrededor de seis cadáveres, todos eran mujeres que partieron el martes por la mañana a la Feria a vender y comprar víveres. Junto a ellas se retorcían 14 heridos, que se salvaron de milagro.
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